Matanza del Seguro Obrero

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Matanza del Seguro Obrero

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La Matanza del Seguro Obrero fue causada por el intento de golpe de estado protagonizado por el Movimiento Nacional-Socialista de Chile (M.N.S) liderado por Jorge González von Marées, en busca de que Carlos Ibañez del Campo se hiciese con el poder.

Tabla de contenidos

[editar] 5 de septiembre de 1938

El 5 de septiembre de 1938 cerca de las 12:30, alrededor de 62 jóvenes del Movimiento Nacional-Socialista de Chile se toman la Caja del Seguro Obrero con el franco objetivo de iniciar un Golpe de Estado que impusiera a Carlos Ibañez del Campo en el poder. José Luis Salazar, un carabinero, al ver la situación y pensando que se trataba de un asalto, sacó su arma de servicio, pero un nazista, al percatarse de la acción del carabinero, abrió fuego contra Salazar, lo que provocó su muerte.

Poco rato después, al pie del edificio, había una multitud de carabineros, lo que generó una fuerte balacera en la que pereció el nacista Gerardo Gallmeyer. Mientras los otros intentaban resistir, las fuerzas de carabineros fueron abriéndose paso a través de los primeros pisos, lo que obligaba a retroceder a los nacistas.

Simultáneamente con la toma de la Caja del Seguro Obrero, otros 30 jóvenes tomaban el edificio central de la Universidad de Chile, lo que también concluyó con una fuerte balacera. Pasadas las 14:00, al dar un inesperado asalto, Carabineros logró apresar a los nacistas, los que finalmente se rindieron y fueron conducidos por la calle con las manos en alto, en dirección a la Caja del Seguro Obrero, que se encontraba a pocas cuadras del lugar. El objetivo de llevarlos a dicho lugar, era hacerles saber que el intento de Golpe de Estado ya había fracasado. Se envió, de forma individual, a jóvenes nacistas para que convencieran a sus camaradas a deponer las armas, con la promesa de respetar sus vidas. Los jóvenes aceptaron la promesa y depusieron sus armas.

Ya desarmados y separados de los funcionarios policiales, los cerca de 60 jóvenes fueron puestos contra la pared y acribillados, rompiendo así la promesa de respetar sus vidas; sólo 4 jóvenes lograron salvarse, haciéndose los muertos.

Los jóvenes presentaban atroces desfiguraciones en su cuerpo y cara por la bestial cantidad de balas y por los profundos y persistentes cortes con sables y bayonetas.

Hasta el día de hoy es una incertidumbre de quién dio la orden de matar a los nacistas. Algunos aseguran que escucharon, fuera del despacho presidencial, a un iracundo Arturo Alessandri Palma decir: ?Mátenlos a todos?. El mismo Alessandri quiso hacer creer que los nacistas se habían asesinado entre sí, lo que finalmente se comprobó que era una mentira.

Pese a esto las acusaciones contra Alessandri están cimentadas en especulaciones y muy pocas pruebas palpables; lo cierto es que no existe una historia oficial en relación a este tema que es y seguirá siendo una fuerte pugna entre historiadores.

[editar] Testimonios

Muchos fueron los asesinados ese día: obreros, oficinistas, abogados, padres de familia, estudiantes. Entre ellos estaba Bruno Bruning Schwarzenberg, un joven de 27 años y estudiante de contabilidad de la Universidad Católica. Lo que sucedió con él fue relatado por un carabinero que estaba haciendo guardia: “Montaba guardia junto a los cadáveres. De pronto, vi que uno de los cuerpos se movía. Era un mozo rubio, muy blanco, de ojos azules muy claros. Yo le dije que no se moviera. Un oficial me reprendió: ¿Acaso tratas de salvar a ese?. Hizo fuego contra el herido, quien cayó sobre un costado y, mirando fijamente al oficial, con esos ojos tan claros, exclamó: ¡Muero contento por la Patria!'”

Pese al gran número de historias acontecidas ese día, sin duda alguna la más reconocida fue la de Pedro Molleda Ortega de 19 años, quien, mientras los carabineros remataban a los heridos, se levantó gritando “¡Viva Chile!”, a lo que un oficial respondió disparándole a quemarropa. Pese a estar herido, desafiante, Molleda volvió a levantarse y gritó con fuerza: “¡No importa, camaradas. Nuestra sangre salvará a Chile!”. A lo que el oficial hostigado lo atacó a sablazos hasta dejarlo hecho pedazos. Aun hoy, este dicho es la punta de lanza entre los seguidores del Nacional-Socialismo en Chile.

[editar] Véase también

[editar] Enlaces externos

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