Barco de vapor

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Barco de vapor

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Un barco de vapor es un barco propulsado por máquinas de vapor, actualmente en desuso, o por turbinas de vapor. Consta elementalmente de una caldera de vapor, de una turbina de vapor o máquina de vapor y de un condensador refrigerado por agua. La transmisión se consigue con un cigüeñal en las máquinas de vapor o con una caja reductora en el caso de usar turbinas.

[editar] Concepción

Existe un documento de 1695 en el Archivo de Simancas en el cual se da cuenta de una tentativa de 1543 por parte Blasco de Garay de propulsar la galera ?Trinidad?, de 200 toneladas de desplazamiento, por medio de seis ruedas de palas movidas mediante una máquina de vapor. Sin embargo esta propuesta no obtuvo el apoyo financiero de la corona, y quedó relegada al olvido y hasta finales del siglo XVIII no existieron máquinas de vapor fiables y eficientes cuando se realizaron las primeras tentativas serias de propulsión naval por medio del vapor. kien creo el barco de vapor?

[editar] La evolución

El vapor Clermont, de Robert Fulton

El vapor Clermont, de Robert Fulton

En 1765 James Watt convirtió el concepto preexistente de la máquina de vapor atribuido usualmente a Thomas Newcomen, en un invento realmente eficaz, gracias a la incorporación del condensador externo. A partir de este momento se suceden las tentativas de conseguir aplicar la máquina de vapor como fuerza motriz de todos los medios de transporte y en particular el más avanzado de la época: el barco.

En 1783 Claude François, Marqués de Jouffroy d’Abbans, dota el “Pyroscaphe” un pequeño barco vapor con ruedas con el que logra remontar la corriente de Saone. No obstante, su condición noble le obliga a emigrar al estallar la Revolución francesa y finalmente murió arruinado en 1832.

En 1797 John Finch realiza un intento de barco de vapor que ha de abandonar por falta de apoyo financiero.

En 1804 John Stevens desarrolla la aplicación de la máquina de vapor a una transmisión con hélices, teniendo claro que el futuro de la propulsión naval mecánica pasa por la utilización de éstas en lugar de las ruedas de paletas. No obstante las hélices helicoidales

En 1807 Robert Fulton bota su vapor de paletas “Clermont” y con él recorrió los 240 km que separan Nueva York de Albany surcando el río Hudson. Con este mismo barco, establecerá el primer servicio regular a vapor. Es curioso decir que este barco será el predecesor del tipo de barco de vapor más famoso de todos los tiempos, los vapores de paletas que circularon por el Misisipí.

En 1824 Sadi Carnot publica sus trabajos sobre el segundo principio de la termodinámica lo que supone el despegue definitivo de la propulsión a vapor.

[editar] El perfeccionamiento

Alrededor de 1860 se extienden las calderas cilíndricas, inspiradas en las utilizadas en las primeras locomotoras de vapor, que permitieron resolver el problema del vapor a baja presión, que proporcionaba un empuje muy modesto. El vapor a alta presión permitido por estas calderas permitió incrementar muy notablemente la potencia desarrollada por las máquinas de vapor, lo cual significó un aumento notable de velocidad. Posteriores mejoras como la caldera de triple y cuádruple expansión lograron atajar uno de los principales inconvenientes de la propulsión por vapor, el consumo de carbón. De este modo se conseguía una eficiencia energética muy superior. Estas mejoras reflejadas en una mayor velocidad y un menor consumo hicieron que los vapores se hicieran con la práctica totalidad de las rutas comerciales.

No obstante, aunque los vapores daban velocidades similares o incluso inferiores a algunos barcos (los últimos clippers llegaban a los 17,5 nudos), no estaban sometidos al capricho de los vientos que no siempre soplaban en la dirección o con la fuerza requeridas, además de ser aquellos mucho menos vulnerables que éstos a las tormentas al carecer de la frágil arboladura, punto débil de cualquier barco de vela.

Los barcos de vapor supusieron un notable avance en la conquista de las rutas marítimas con independencia de la climatología. Además cambiaron por completo la fisonomía de los barcos, haciendo desaparecer las velas, un elemento invariable de los navíos desde que hacía más de 7.000 años habían aparecido las primeras velas en el Nilo. En 1894 se introduce la turbina de vapor de manos de Charles Algernon Parsons, puesta en servicio en el ?Turbinia? alcanzando una velocidad de 18 nudos, y sustituida en 1896 por tres turbinas de presión alta, media y baja, accionando otras tantas hélices que le permitieron alcanzar los 35 nudos. Con esta velocidad quedaban definitivamente derrotados los veleros.

En 1897, Joseph Ressel da con el diseño definitivo y eficaz de hélice, que será utilizado hasta nuestros días, lo que permite un aprovechamiento más eficiente de la energía proporcionada por el motor de vapor.

Ese mismo año de 1897 Rudolf Diesel desarrolla el motor que llevará su apellido, basado en la combustión interna de otro combustible fósil, esta vez derivado del petróleo. Este hito supondrá a la larga el fin de los vapores del mismo modo que el motor de vapor supuso el fin de la vela.


Cabe reseñar que en el segundo cuarto del siglo XIX aparecen los últimos intentos de los partidarios de los barcos de vela de crear nuevos diseños que pudiesen competir con los propulsados por vapor. Los abanderados de este canto de cisne de la propulsión eólica fueron los clippers que permanecerán en activo y siendo rentables hasta principios del siglo XX.

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